Te pueden contar muchas cosas, puedes leer sobre sus dioses, sus castas, sus ciudades y su historia…pero nada te prepara para vivir India en toda su dimensión. Un país multitudinario y vibrante, que provoca un sinnúmero de emociones en quienes se atreven a descubrir su magia, ver la belleza de su tierra y de su gente con otros ojos.
Este verano tuve la fortuna de embarcarme en un viaje holístico junto a mi mamá, hermana y un maravilloso grupo de madres e hijas.
El destino ya me era conocido en un fugaz viaje el 2007, que me permitió visitar sólo una parte de India, tal vez la más popular y turística por excelencia: Agra y su majestuoso Taj Mahal.
Pero esta vez era un viaje diferente. Una invitación a conectarnos con nuestros sentidos y experimentar a través del yoga, meditación, música y gastronomía, nuevas sensaciones en un lugar tan conmovedor, caótico y espiritual como lo es India, junto a un grupo de intrépidas mujeres, todas madres e hijas, que al igual que nosotras, buscaban esa conexión con una tierra distante que nos acercara con nuestro yo interno y estrechara aún más ese lazo tan fuerte y poderoso de unión familiar.
India, para todos quienes hemos tenido la fortuna de conocerla, es un destino en sí mismo, lleno de contrastes y colores, que entra por los ojos y se queda en el corazón, como bien lo describiría nuestro guía Yury al terminar nuestro hermoso periplo.
Mi hermana, que dicho sea de paso ha estado en más de diez oportunidades en India, me había hablado de la belleza de sus templos, de la energía de sus habitantes y del bullicio de sus calles.
Te pueden contar muchas cosas, puedes leer sobre sus dioses, sus castas, sus ciudades, su historia…pero nada se compara a vivir India en toda su dimensión. Un país multitudinario y lleno de tesoros culturales, que convive con el caos y la pobreza, los monasterios y la fe, que tiene mucha espiritualidad por ofrecer a quien se atreva a adentrarse en su magia y ver la belleza de su gente con otros ojos.
Nuestro itinerario comenzó en Nueva Delhi, la puerta de entrada y capital del segundo país más poblado del mundo. Lo primero que nos recibe es una multitud de personas de diversas costumbres, castas y religiones. Entre bocinas, tuk tuk y un bullicio a ratos ensordecedor, hombres, mujeres, niños y animales…todos transitan por sus calles, llenando nuestros sentidos! India se vive, se respira, se siente y se vibra a cada instante.
Nos aventuramos a vivir una verdadera odisea por la efervescente vorágine de la Vieja Delhi, recorriendo sus calles angostas y mercadillo de especias en rickshaws. Visitamos la Tumba de Humayun, declarada Patrimonio de la Humanidad, y la mezquita Jama Masjid una de las más grandes de la India construida de arenisca roja y que conmueve con su aura, calma y belleza arquitectónica.
Por la tarde participamos de una experiencia maravillosa y con mucho sentido. Visitamos el Templo Sikh, hermoso edificio de mármol blanco del que destaca una cúpula dorada. El Sikhismo es considerado como la novena religión del país, con más de 19 millones de seguidores en India, y cuyo fundamento es la responsabilidad social. Allí diariamente, se entrega alimento a más de 2.000 personas gracias a cocinas comunitarias en las que cualquiera que lo desee puede colaborar. Lo hermoso de este lugar es que alimentan de forma gratuita a quien necesite un plato de comida, sin importar su credo o religión. Todos los voluntarios que allí se congregan lo hacen sin otro propósito que entregar y servir a la humanidad, acompañando con sus mantras y rezos el trabajo que realizan durante 24 horas sin cesar.
Uno de los sentidos de este viaje por India, además de conocer su historia y tradiciones, era permitirnos conectar con nuestro lado interno y espiritual, a través del yoga, la música y meditación. En nuestro primer día, participamos de una interesante clase en la que pudimos experimentar técnicas de relajación, posturas y mantras que nos ayuden a cultivar nuestra mente, cuerpo, alma y espíritu.
Otra de las grandes atracciones de India es su gastronomía, rica en especias que le dan sabor y color a sus variadas recetas. Nuestro viaje nos regaló la posibilidad de participar de una entretenida clase de cocina, en la que una chef nos mostró las diversas especias que condimentan sus platos como el azafrán, la cúrcuma, canela, cardamomo, curry y las diferentes mezclas de especias que reúne el masala.
Nuestra segunda parada fue Jodhpur, también conocida como la ciudad azul, ubicada en la región de Rajasthan (la “Tierra de los Reyes”), una de las zonas más visitadas de la India por sus históricos palacios y fuertes. Allí pudimos visitar el Fuerte de Mehrangarh, ubicado a más de 120 metros de altura, que asombra por su hermosa arquitectura y te invita a recorrer sus palanquines, armas, instrumentos musicales y hermosas pinturas.
Además, pudimos pasear por el mercadillo ubicado en el centro de la Torre de Reloj, donde por unas pocas rupias se pueden conseguir hermosos tapetes, alfombras, textiles y objetos de decoración hechos a mano.
La sorpresa de la noche fue aprender a usar los maravillosos vestidos tradicionales de la India, los coloridos y bellos saris, una linda experiencia que pudimos celebrar y disfrutar entre madres e hijas.
La tercera ciudad que visitamos fue la encantadora Jaipur, también conocida como la Ciudad Rosa, hermosa urbe amurallada de la que es imprescindible recorrer el imponente Fuerte Amber y su bello Palacio de los Vientos. Aquí tuvimos la posibilidad de visitar un lugar muy especial, un after school care para niñas de escasos recursos y darnos cuenta que existe una labor social maravillosa de ayuda y enseñanza para estas pequeñas que muchas veces al entrar al período de adolescencia, son relegadas por sus propias familias a labores domésticas, dejando de asistir al colegio. Niñas sencillas y llenas de alegría, con las cuales pudimos compartir sus historias, su arte y darnos cuenta que la vida nos regala oportunidades de conocer otras realidades, aprender de ellas y agradecer lo que tenemos.
Otra de las experiencias que hizo nuestro viaje diferente y único la vivimos en el Campamento Dera Amer, en las afueras de la ciudad. Ahí pudimos conocer un hermoso refugio de elefantes, donde aprendimos sobre la labor que se realiza en favor del cuidado, rescate y protección de estos bellos animales, que en muchos lugares de India aún son utilizados para transportar a personas y pasear a turistas.
Sin lugar a dudas, de todos los lugares de India, Varanasi queda latente en nuestra memoria. Es una de las ciudades santas más antiguas y religiosas del mundo, visitada por más de un millón de hindúes al año y reconocida por ser uno de los centros más importantes de peregrinación de sus fieles, que buscan la bendición y en algunos casos, sanación de sus enfermedades, acudiendo a las aguas del río Ganges para bañarse y purificarse. Todas las mañanas, una multitud de devotos visita este lugar sagrado, sube a sus barcazas y navega el río para vivir el amanecer.
Nosotras tuvimos la fortuna de acompañar nuestra navegación con un dúo de músicos virtuosos en el sitar y la flauta, quienes con su música elevaron nuestro sentido recorrido, estremeciendo con cada tonalidad nuestras emociones y honrando al dios Shiva en sus notas y melodías.
Cada una pudo depositar ofrendas de flores con velas encendidas en el río mientras que a lo lejos, no dejaba de impactarnos ver los crematorios de sus muertos. Por la tarde, antes de la puesta de sol, nos reunimos junto a un centenar de personas en los Ghats (escalones que descienden al río) para presenciar un hermoso ritual “El Aarti,” con ofrendas a los dioses a orillas del río místico y sagrado.
Siguiendo nuestro viaje ya camino a Agra, nos detenemos en el colorido Templo de Krishna, Shiva, Radha y también apreciamos el Fuerte Rojo, otra de las fortalezas más importantes y Patrimonio de la Humanidad. Este palacio amurallado de piedra de arenisca roja construído por la dinastía mogol, encierra magníficos palacios de una gran belleza arquitectónica.
Otra de las visitas que nos emociona es conocer uno de los centros que la Madre Teresa de Calcuta fundó en el país, para dar cobijo, amor y contención a niños desvalidos, enfermos y con discapacidad física. La labor y vocación de servicio de las misioneras que conocemos en el lugar nos sobrecoge profundamente y nos hace valorar la virtud de cuidar y proteger a quienes más lo necesiten.
Al día siguiente, muy temprano antes del amanecer, conocemos uno de los atractivos turísticos más importante de la ciudad: el Taj Mahal, uno de los palacios y mausoleos más famosos del mundo, fruto del amor del emperador musulmán de la dinastía mogol y su adorada esposa, reconocido como una de las siete maravillas del mundo. Este palacio es considerado todo un ícono del romanticismo y la arquitectura, con su mausoleo de mármol blanco y la pulcra combinación de elementos de la arquitectura persa, india, islámica y turca.
Ya para el final de nuestro viaje, nos trasladamos al sur de India, para relajarnos en Goa, ex colonia Portuguesa bendecida por su hermosa costa de aguas azules y palmeras que bordean el Mar Arábigo. Esta es una de las zonas más populares para quienes buscan hermosas playas y ambientes románticos que combinen masajes de relajación, yoga y meditación.
Sin duda, un viaje místico, conmovedor, mágico y espiritual que quedará en nuestra memoria por siempre!