Octubre 2024
Turquía, mundialmente conocida como la capital de Oriente y Occidente, nos abrió sus puertas para entregarnos su pasado y presente en esta maravillosa aventura de mujeres que sólo viven una vez.
Este viaje fue sin duda especial, era mi tercera vez en Turquía y recorreríamos más allá de Estambul, la perla de Oriente y Occidente. Nos adentraríamos en un país que conserva gran parte de sus tradiciones, muy desarrollado a nivel turístico, con una amplia oferta gastronómica y comercial.
Lo interesante de nuestro viaje era, primeramente, conocer la historia de Turquía, cómo vivieron sus antepasados, el legado cultural que dejó el gran imperio romano, otomano y bizantino.
Pero además buscábamos esa conexión especial de compartir aquellas vivencias con un intrépido grupo de mujeres, muy diversas y amenas, muchas de ellas con historias en común, apasionadas por viajar y vivir esta experiencia en plenitud.
Una maravillosa mezcla de diversión, risas, conocimiento y relajo que nos dejó a todas con ganas de seguir recorriendo el mundo en una próxima oportunidad (ojalá no muy lejana!)
Nuestra odisea partió en Estambul, la capital de Turquía y por donde se recomienda adentrarse en la historia de este país. Siempre sorprende ver lo pintoresco de su casco antiguo que ofrece al visitante la imponencia de la Mezquita Azul, las joyas del Museo Topkapi, la Cisterna de Yerebatan o el Museo de Santa Sofía, sólo por nombrar algunas.
Vestigios de un pasado único, tierra de civilizaciones y de grandes emperadores y sultanes, que cautiva al recorrer cada galería, jardín y mausoleo por su historia, arte y cultura. Datos, fechas, estadísticas y leyendas se encuentran por doquier.
Como por ejemplo los frescos del Museo de Santa Sofía, una de las obras más grandes y sagradas del período bizantino que aún conservan su esplendor. Su particular atractivo es que desde su construcción fue una iglesia y se mantuvo así por 916 años hasta que Estambul fue
Mi experiencia en Turquía
por Pilar Cepeda
conquistada por el imperio turco en 1453 y fue convertida en mezquita, utilizándose con ese fi n por los próximos 481 años. Lo maravilloso fue que se respetó el arte que adornaba su interior y no fue destruido, sólo recubierto por lo que hoy hay una simbiosis armónica de ambas religiones que cautiva al visitante.
También resulta impresionante entrar a la mezquita de Sultan Ahmet, más conocida como la Mezquita Azul, construida entre 1603 y 1617, una de las más grandes y fastuosas de Estambul. De ella destacan los 21.403 azulejos que fueron fabricados en los talleres del palacio, las alfombras de cientos de metros cuadrados tejidas en los telares imperiales y sus cristales de lámparas de aceite traídas desde el extranjero.
Pero lo más entretenido es caminar por sus calles y dejarse llevar por los colores, las tradiciones, los mosaicos, sus cafés, shishas y todo lo que da ese encanto de estar como detenida en otra época del tiempo en la tierra de las civilizaciones.
Para las amantes de las compras como nosotras, una parada obligada es el Gran Bazar, un mercadillo con un sinfín de tiendas distribuidas en sus 80 calles que en su interior ofrecen artesanía local, entre las más populares sus alfombras, lámparas, pashminas y porcelanas. También es fascinante el Bazar de las Especias con sus hierbas e infusiones, preparadas en pequeños paquetes y donde es imprescindible regatear para tener un precio justo.
Pero si hablamos de cumplir sueños, una de las mayores expectativas de este viaje era conocer Capadocia y maravillarnos con las extrañas formaciones geológicas, iglesias rupestres y ciudades subterráneas que allí se encuentran.
A primera vista cuesta comprender el fenómeno natural que moldeó esta región de Anatolia. Hace 10 millones de años cuatro montes entraron en erupción en múltiples ocasiones, liberando toneladas de lava y cenizas volcánicas. Fue ese material de rocas, arenisca y arcilla junto a otros minerales los que fueron moldeándose por la acción de ríos, lagos, inundaciones, lluvias y vientos.
Estos curiosos cañones es lo que pudimos ver en nuestro recorrido por el Viñedo del Pachá, Goreme, y el Valle de las Hadas, donde comunidades cristianas encontraron refugio y cavaron ciudades subterráneas entre los siglos IX y XII.
Durante ese período se construyeron más de 300 edifi caciones al interior de rocas y en esta zona se concentraron un centenar de iglesias rupestres como Santa Catalina, Santa Bárbara, la Iglesia Oscura y el Refectorio, nuevamente sólo por nombrar algunas.
En sus interiores se pueden apreciar frescos que aún conservan sus colores, verdaderas obras de arte que presentan un panorama iconográfi co basado en pasajes de la vida de Cristo y sus apóstoles.
La adrenalina vino al día siguiente justo antes del amanecer, cuando con nuestro grupo de intrépidas mujeres hicimos el maravilloso sobrevuelo en globo para admirar la salida del sol y disfrutar de las vistas de Capadocia desde las alturas. Nos cuenta nuestro guía que son alrededor de 156 globos los que minutos antes del amanecer suben sus canastas llenas de turistas como nosotras, dispuestas a vivir la experiencia de sus vidas.
Si Capadocia nos dejó en las nubes, nuestro viaje en bus hasta la región de Hierápolis resultó ser un
roadtrip
lleno de risas, bailes y mucho karaoke. Allí conocimos las famosas piscinas termales de Pamukkale, también llamado “Castillo de Algodón”.
En estas termas reconocidas en la Antigüedad por sus propiedades medicinales, caminamos por sus piscinas naturales cargadas de aguas de sales carcáreas y disfrutamos de un relajante baño en la famosa pileta termal donde, cuenta la leyenda, se bañó la mismísima Cleopatra.
Nuestro recorrido siguió en Éfeso, una pequeña ciudad portuaria fundada en el siglo X AC a orillas del Mar Egeo y que vivió su mayor prosperidad en la época bizantina, cuando llegó a tener 200 mil habitantes y se convirtió en un centro importante para el cristianismo.
Sus dimensiones colosales aún se pueden apreciar en los cientos de columnas y en especial, gracias al trabajo de un equipo de arqueólogos austríacos que en 1895 iniciaron las excavaciones de esta magnífi ca ciudad antigua.
Caminamos junto a cientos de turistas encantadas con el ágora que cuenta con 3 accesos para desembocar en la biblioteca de Celsius, un edifi cio reconstruido por dichos arqueólogos en 1978. Esta maravillosa obra arquitectónica de la época romana tiene 2 niveles y una fachada con una gran atención al detalle. Junto al Teatro de Éfeso, el Templo de Adriano y la Fuente de Trajano podemos sentir las reminiscencias de este pasado esplendoroso que vivió esta ciudad.
No podemos dejar pasar la oportunidad de visitar la última morada de la Virgen María donde según la tradición de los efesios, pasó sus últimos años acompañada del apóstol Juan. Hoy es un importante centro de peregrinación tanto para turistas como para el mundo cristiano y católico.
Nuestra guinda de la torta fue el relajo en Bodrum, una pintoresca ciudad portuaria con una extensa marina y gran variedad de restaurantes y tiendas.
Pudimos cruzar en ferry hacia la isla griega de Cos, a sólo 30 minutos y disfrutar de un entretenido día de sol y playa. Allí encontramos muchos restaurantes con acceso directo al mar Egeo y que cuentan con todas las comodidades para un merecido descanso.
Si en Capadocia tuvimos un nuevo amanecer, en nuestro último día de navegación en Bodrum pudimos deleitarnos con uno de los atardeces más inspiradores para nuestro grupo, a bordo de una clásica embarcación turca, dispuesta sólo para nosotras.
La mejor terapia fue ir parando en distintas bahías, darnos un chapuzón, nadar hasta la orilla y volver para tomar el sol en nuestro barco. Incluso las más temerosas al agua se lanzaron en picada para aprovechar esta maravillosa oportunidad.
Gracias Turquía por darnos tanta historia, cultura y por permitirnos conectar a través de nuestras sensibilidades con mujeres tan especiales!
Pero por sobre todo, gracias a mi hermana Claudia Cepeda por llevar adelante su sueño de Viajes con Sentido, por entregar su corazón en cada detalle y hacer nuestra travesía aún más especial en nuestras vidas!